Tarjeta de la obra
Datos técnicos
año | 2023 |
fecha de compra | adquirido en la cartera |
valor actual estimado en € | consultar la Lista de Precios actualizada |
identificación del sujeto | pintura abstracta/obra reconstructivista |
materiales y técnicas | óleo sobre lienzo/técnica mixta/obra material |
medidas en centímetros cm | 100 x 80 x 1,8 |
inscripciones | firma |
técnica de inscripción | óleo |
posición de inscripción | en la parte trasera/abajo/derecha |
transcripción | Valvo |
certificado de autenticidad | emitido al mismo tiempo que la venta |
múltiplos de arte | no se emitió ninguna impresión |
estado de conservacion | obra intacta |
ubicación del trabajo | Roma · Italia |
derechos de autor | © todos los derechos reservados · global · S.I.A.E. |
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Descripción de la obra
Paseo Salvaje
Lo que destaca a primera vista de esta obra es evidentemente su carácter laberíntico y frenético, expresado con absoluta inmediatez por el conjunto serpentino y lineal que caracteriza su desarrollo general.
En apoyo de esta narrativa sólo hay blanco, negro y una plétora de tonos grisáceos intermedios, que se agitan frenéticamente emergiendo con vehemencia de esta mezcla bicromática y decididamente esquiva.
Cabe señalar también que los elementos pictóricos característicos del autor, como cuadraturas, círculos, líneas y escrituras simbólicas, asumen aquí, por primera vez, la misma naturaleza: están, por así decirlo, homogeneizados. Es decir, tienen la misma función semántica, lo que no ocurre en absoluto en otras obras de Valvo.
Las interpenetraciones, fusiones, escisiones, superposiciones lineales y, más en general, la dinámica de las trayectorias, sustentan uno de los dos puntos clave en la lectura de la obra, a saber, la profunda tridimensionalidad. No se trata de una obra bidimensional en sentido estricto, ni mucho menos. Vive y prospera gracias al intrincado dinamismo que le es propio, sancionando su progreso de manera polidimensional, en múltiples niveles. En este sentido y como es típico de este autor, el límite entre las distintas dimensiones no es nada explícito: es un límite casi indescifrable aunque perceptible. Es, podríamos decir, un límite velado. Y, en los puntos de contacto entre estos múltiples planos dimensionales, reside el segundo elemento clave de interpretación: la viscosidad extendida de las áreas pictóricas. Estas son áreas sin masa. La obra, de hecho, se priva en este caso de cualquier “lastre”. Literalmente se despoja de cualquier relación entre pesas y contrapesos, desencadenando un furioso flujo hiperdinámico y generalizado. Este peculiar desarrollo diegético ve las zonas de luz, que se desvanecen hacia el blanco puro, como un factor contextualizador de esta acción. Por el contrario, las zonas de estancamiento cromático, es decir, auténticas “zonas grises” o “zonas medianas”, en las que el factor lumínico está considerablemente atenuado, evocan una sensación de drástica ralentización de la dinámica en juego.
En esta alternancia entre luces y sombras, entre hipervelocidad y desaceleraciones drásticas, se esconde una connotación misteriosa específica que sella de manera irrefutable el sabor único de esta composición.
En el acercamiento visual a la obra estamos plenamente sujetos, por voluntad del artista, a un verdadero “libre albedrío”: es decir, poseemos una serie casi “infinita” de opciones, un conjunto de elecciones direccionales posibles. Por tanto, debemos decidir subjetivamente hacia dónde dirigir nuestra mirada y qué caminos seguir, prefiriéndolos a otros. La aleatoriedad de la elección por tanto.
Este aspecto hace que cada individuo se acerque al lienzo pictórico de una manera diferente: de forma subjetiva. Lo que tenemos delante de nosotros está objetivamente presente. La forma en que queremos disfrutarlo se ramifica sin embargo en opciones cada vez más individuales. Esto hace que la relación con la obra de arte en cuestión sea algo íntimo y personal.
En esta obra hay, sin embargo, una especie de inquietud subyacente. Un frenesí generalizado.
Aquí estás huyendo de algo o corriendo hacia otra cosa. Probablemente ambas cosas simultáneamente. La reiteración tautológica en la maraña de líneas produce estrés conceptual, un nerviosismo interpretativo.
Además, existe un claro paralelo entre la visión “aérea” externa y la expresión de un estado mental interno. Es decir, hay una duplicidad sustancial en el significado pictórico mismo.
Este cuadro es, en realidad, una “carrera hacia ninguna parte” y, al mismo tiempo, el testarudo retorno hacia uno mismo. Esto hace de este trabajo una obra clave para cada paso posterior en la evolución estilística del autor. Una etapa fundamental de la investigación reconstructivista.
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