Retrato de Sofía

Tarjeta de la obra

Retrato de Sofía · código de la obra C20N

Datos técnicos

año2023
fecha de compraadquirido en la cartera
valor actual estimado en €consultar la Lista de Precios actualizada
identificación del sujetopintura abstracta/obra reconstructivista
materiales y técnicasóleo sobre lienzo/técnica mixta/obra material
medidas en centímetros cm80 x 60 x 1,8
inscripcionesfirma
técnica de inscripciónóleo
posición de inscripciónen la parte trasera/abajo/derecha
transcripciónValvo
certificado de autenticidademitido al mismo tiempo que la venta
múltiplos de arteno se emitió ninguna impresión
estado de conservacionobra intacta
ubicación del trabajoRoma · Italia
derechos de autor© todos los derechos reservados · global · S.I.A.E.

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Raisuli Oimar Tancredi Valvo · Ritratto di Sophia · 2023 · Picture 0 · © All rights reserved S.I.A.E.
Retrato de Sofía · código de la obra C20N

Descripción de la obra

Retrato de Sofía

Retrato de Sofía” es una obra que podríamos definir, en cierto sentido, afectada por el “síndrome bipolar”: eso significa caracterizada estilísticamente por un “período” llamado “normal”, es decir, estático, en el que se intercalan fases pulsantes, rimbombantes y dinámicas que son seguidas, a su vez, por fases de profunda quietud pictórica. El dinamismo, en sentido estricto, se expresa en la propia estructura de la obra y reside principalmente en la relación mutua entre todas las partes implicadas. Un dinamismo frenético, vibrante, en el que los elementos constitutivos se superponen, se entrelazan, se abandonan, se reencuentran, se compenetran. La mezcla tridimensional de entidades distintas, cuyos diferentes niveles de profundidad encuentran contacto constante a través de interacciones esporádicas y ultrarrápidas. Comunicación entre universos paralelos, se podría decir. Una pluralidad de actitudes. De estados de ánimo. De sensaciones y reacciones. La fase tranquila, por el contrario, emana de la aparición en la superficie, en primer plano, de parte de los elementos semánticos y simbólicos, que cristalizan materialmente ante nuestros ojos. Literalmente emergen de la densa mezcla hiperactiva que se encuentra debajo, apareciendo de una manera bien definida. Se trata de incrustaciones de material muy pronunciadas, carnosas, gruesas y rugosas, que se fijan en nuestra retina de forma similar a como se suelda la luz al negativo durante un proceso de adquisición fotográfica.
Por tanto calma y tormenta. Estasis y frenesí.
Pero esto, ante todo, es un retrato. Es el retrato de Sofía. Y, al margen de cualquier correlación analítica ligada al significado etimológico del término, tengamos presente que esta obra es la representación, desnuda y cruda, de un sujeto femenino. Antes de cualquier otra consideración.
La obra se caracteriza por un cuarteto cromático dominante dividido en una multiplicidad casi “infinita” de matices: el tono azulado, el tono gris cerúleo, el tono rosáceo y el blanco puro. Los elementos estilísticos típicos del autor, como el fuerte simbolismo gráfico, la cuadratura, la circularidad, las interpenetraciones dimensionales, las variaciones rectas, el mapeo del espacio pictórico, los fuertes contrastes, los matices, la profundidad de campo indefinida y la obstinada redundancia de las partículas constituyentes están aquí integralmente presentes.
Retrato de Sofía” es la antecámara del placer masculino al observar a una mujer. Es solicitación intelectual. Es un punto de reflexión. Es inspiración. Es interpretación.
La técnica reconstructivista, de la que el autor es fundador y portavoz, hace uso aquí de muchos de sus rasgos, recurriendo principalmente al eco, a la estilización postural, a la síntesis cromática, a la idealización conceptual, a la armonía entre las partes así como a una estimulación óptico-táctil real. De-abstracción. La restitución de la corporalidad. La recuperación de las apariencias y, sobre todo, el fatigoso camino hacia la restauración figurativa.
Pero aquí la figura está completamente ausente. No hay figurativismo dentro de la obra. No se le permite interferir. Categóricamente. Sin embargo, la figura presiona e insiste en interceder, con toda la vehemencia que le es propia. Con toda su intemperancia. Y en esta violenta lucha, tanto gráfica como conceptual, tanto estructural como ideal, observamos símbolos y formas elementales en acción. Observamos cambios direccionales y variaciones morfológicas. Miramos la pluralidad y la unión general. Somos testigos de todo esto. Pero lo que percibimos, lo que “vemos”, es, en realidad, un solo elemento: el sujeto femenino posando.

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