Tarjeta de la obra
Datos técnicos
año | 2023 |
fecha de compra | adquirido en la cartera |
valor actual estimado en € | consultar la Lista de Precios actualizada |
identificación del sujeto | pintura abstracta/obra reconstructivista |
materiales y técnicas | óleo sobre lienzo/técnica mixta/obra material |
medidas en centímetros cm | 80 x 60 x 1,8 |
inscripciones | firma |
técnica de inscripción | óleo |
posición de inscripción | en la parte trasera/abajo/derecha |
transcripción | Valvo |
certificado de autenticidad | emitido al mismo tiempo que la venta |
múltiplos de arte | no se emitió ninguna impresión |
estado de conservacion | obra intacta |
ubicación del trabajo | Roma · Italia |
derechos de autor | © todos los derechos reservados · global · S.I.A.E. |
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Descripción de la obra
Sibila Ártica
Las sibilas son tanto personajes históricamente existentes como figuras mitológicas griegas y romanas. Eran vírgenes inspiradas por un dios (normalmente Apolo) dotadas de virtudes proféticas y capaces de hacer predicciones y dar respuestas, pero de forma oscura o ambivalente.
Profetisas legendarias, estuvieron ubicadas en diversos lugares de la cuenca mediterránea: como en Cumas en Italia, en Delfos en Grecia o en África y Asia Menor. Entre las más conocidas, la Sibila de Eritrea, la Sibila de Cumas y la Sibila de Delfos, que son representantes de otros tantos grupos: como el jónico, el itálico y el oriental. Las sibilas han inspirado el arte cristiano desde el siglo XI en numerosos ciclos pictóricos, escultóricos y grabados. Normalmente se las representa como las contrapartes femeninas de los profetas; el ejemplo más famoso se encuentra en la serie de Videntes de la bóveda de la Capilla Sixtina, pintados al fresco por Michelangelo. Mientras los profetas anunciaban el Mesías a los judíos, las Sibilas lo comunicaban, aunque de forma oscura, a los paganos, completando así la obra del anuncio universal.
En el Réquiem de Mozart, la primera línea del famoso Dies Irae menciona estos dos aspectos de la profecía juntos: “Dies irae, dies illa, solvet saeculum in favilla, teste David cum Sibilla”.
En esta obra de Valvo, la Sibila, como tema inspirador, se transpone en un sentido glacial. “Sibila Ártica” por tanto o, podríamos decir, “Sibila Polar”.
Desde un punto de vista puramente reconstructivista, el tema emerge aquí de forma extremadamente fragmentada, a través de pinceladas cromáticas inconexas. Tonos grisáceos y difusos contextualizan la apariencia de la Sibila, de pelo rojo brillante, entre musgo, hielo, nieve y roca. En este caso, la técnica material potencia la dureza ambiental. El trabajo es áspero y frío. La Sibila se revela a pesar de la adversidad ambiental, suavizando el impacto visual gracias a los cálidos tonos rojizos, sin los cuales la visión general sería excesivamente dura. Uno de los puntos claves en la lectura de la obra es precisamente la apariencia esquiva del tema representado. La fuerte percepción que tenemos de la presencia de la Sibila sólo es igual a la extrema volatilidad de su permanencia en el lienzo. Una presencia efímera, se podría decir, casi fantasmal.
La ambigüedad es otro punto clave de interpretación de la obra.
La ambivalencia típica de la profecía sibilina, repercute aquí en un sentido visual y estructural. Así como no podemos captar visualmente la Sibila, su respuesta es igualmente impenetrable para nosotros. Una declaración indescifrable. Entonces aparece la Sibila y sanciona, del mismo modo en que desaparece y calla. Este aspecto, esta característica intrínseca, impregna toda la obra y da lugar a una desestabilización conceptual y pictórica. La manifestación de un acontecimiento que se niega a sí mismo desde el principio es interpretativamente desorientadora. El sujeto, por tanto, está presente y ausente al mismo tiempo.
Es un sujeto evanescente. Impalpable.
Este último se disfraza, se esconde y se desvirtúa en el contexto, asumiendo con simpatía los rasgos de los elementos que lo rodean. Un ejemplo de esto es la redundancia del cuadrado rojizo presente en la mitad izquierda del lienzo. Así como el círculo rojo en la costilla superior. O, de nuevo, el elemento lineal justo debajo, que se reproduce ampliando su dimensión, llegando así al centro del lienzo.
El tercer punto clave para descifrar la obra es, evidentemente, el contraste entre el elemento “helado” y el elemento “ardiente”, representado por la propia Sibila. Pero, como es sabido, la combinación de sustancias extremadamente frías con sustancias muy calientes sólo puede producir fenómenos violentos. Aquí, de hecho, estamos cerca del punto de ruptura.
El artista juega con todos estos diferentes factores, produciendo una sensación de inestabilidad en el observador. La dinámica estructural de la obra radica precisamente en esto: la solicitud emocional de sentimientos contrastantes.
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